New York, (SL) -Para nadie es un secreto que ni el empresario Feliz Cabrera, ni sus secuaces, son santos de nuestra devoción, pero a diario ejército la inteligencia, no la mezquindad.
La firma que trae esta denuncia, proviene de uno de nuestros profesionales de la comunicación de mayor respeto y experiencia en la gran manzana, razón que le arroja un alto nivel de credibilidad al mismo, independientemente de su veracidad o no.
Partiendo de ese punto, a un seguidor como lo soy del periodista en cuestión, se me hace difícil pensar que haya puesto en tela de juicio su credibilidad, por lo que el mismo llama “Sospecha”
He leído en varias ocasiones la denuncia y cada vez más concuerdo en que ni quien origina el chisme, ni quien lo divulga, ni quien lo transcribe, tienen idea de a quien están embarrando.
Porque aún en el caso hipotéticode ser verdad tal denuncia, han elegido una errónea plataforma y un erróneo formato para divulgarla.
No están cuestionando la integridad personal, ni la seriedad de la empresa de un Juan de lo palote, de un enganchado al negocio del espectáculo, se están refiriendo al empresario artístico dominicano de mayor estatus en la capital del mundo, independientemente que yo en lo personal, al igual que otros, desaprobemos su ‘modus operandi’ para con los medios locales.
Posiblemente, la desesperación, la desinformación, la frustración y/o la arrogancia y altanería, han permitido que el “Mayimbe” de la bachata haya perdido la perceptiva, pero el que haya sido secundado sin medir consecuencias, la verdad deja mucho que decir.
En cabeza de quien puede caber la idea de que las autoridades norteamericanas se rigen por chismes, además que un empresario que maneja artistas cuyo costos superan con creces la tarifa que le representa contratar a artistas del nivel de “Anthony Santos” va a jugar con su empresa, con la credibilidad que artistas internacionales y de alto calibre, ponen en sus manos.
Es importante aprender a seleccionar los contrincantes y las batallas, pues ésta es una que no se la recomiendo a nadie y menos el jugar con la comida ajena, armado de simple “Sospecha”. (SoyLatino.net).
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